Al pensar en la oficina del futuro, lo normal es imaginar un espacio más en sintonía con las personas que la habitan. Un espacio de trabajo que sea capaz de controlar los niveles de azúcar en sangre y el ritmo cardíaco para detectar signos de hambre y agotamiento, y que oxigene y enfríe perfectamente el aire alrededor del escritorio para contrarrestar cualquier posibilidad de bajón vespertino. Parece ciencia ficción, pero la realidad es que algunos espacios de trabajo ya cuentan con estas características.
Para 2025, el lugar de trabajo será un entorno intuitivo y orientado al ser humano, impulsado por sistemas inteligentes de IA que optimicen el rendimiento de los trabajadores, agudicen su concentración y satisfagan sus demandas, haciéndoles sentir más sanos, cuidados y con más energía al final de la jornada laboral que al principio.
La pandemia ha tenido un impacto duradero en la conciencia de los empleados sobre la salud y el bienestar en el lugar de trabajo. Cada vez es mayor la preocupación por la salud mental, que durante mucho tiempo estuvo relegada en el ambiente de trabajo. Dos de cada cinco trabajadores indican que su salud mental ha empeorado desde el brote de COVID-19 (fuente: Qualtrics), y el 74 % señala la importancia de contar con jefes que muestren empatía y apoyo (fuente: Adecco).
La importancia de los cuidados y el autocuidado ha hecho que aumente la demanda de productos flexibles, polivalentes y «para llevar a cualquier parte» que estén hechos para (o inspirados en) un estilo de vida saludable y la mejora de la salud. La oficina vuelve a ser relevante tras meses de encierro, potenciando además el sentido de pertenencia y de comunidad.
«En los espacios de trabajo lo más importante va a ser la democratización del espacio y su flexibilidad, así como la salud emocional y física de los empleados. Ahora las empresas buscan atraer talento y eso implica que deben adaptar sus espacios al cambio de mentalidad de las nuevas generaciones». Patricia Von Arend, Denys & Von Arend
Mientras que antes las oficinas eran lugares pasivos y hostiles que obligaban a los trabajadores a adaptarse para encajar en ellas, el lugar de trabajo del mañana funcionará al revés. Se adaptará a las necesidades de sus ocupantes y se diseñará y construirá para incorporar miles de sensores que interactúen con los dispositivos portátiles y los teléfonos inteligentes de los trabajadores. El resultado será un playground para la personalización, formando burbujas con todas las variables personalizadas alrededor de cada trabajador.
En el futuro las personas serán cada vez más conscientes de hasta qué punto su espacio de trabajo puede afectar a su forma de pensar, sentir y comportarse, con un efecto directo hacia lo bien o mal que trabajan.
Este tipo de iluminación, que durante la pandemia estuvo en auge en los hogares, se traslada hacia las oficinas con el objetivo de potenciar el estado de alerta y la concentración. En algunos diseños también se le añade aromaterapia para inspirar energía o relajación.
Los espacios de oficina se llenan de materiales, mobiliario y planes que cuenten con propiedades restauradoras y revitalizantes, tratando de seguir la estela de los espacios hospitality y hogar para convertirse en otro lugar estilo «santuario para calma».
Esto se aplica a todo, desde las formas de las habitaciones hasta los tipos de muebles que las componen, pasando por la decoración de suelos y paredes. «Los bordes afilados pueden desencadenar cortisol (la hormona del estrés), y se sabe que el cerebro los percibe como una amenaza», explica Dan Sullivan, vicepresidente de I+D de Kova. Y en lo que respecta a preferencias estéticas, la gente tiende a preferir la arquitectura curvilínea a los bordes duros y los ángulos rectos.
La elección de mobiliario será importante, y por eso primarán todos aquellos materiales que tengan en cuenta aspectos saludables como las fibras naturales, pasando por los materiales antialérgicos o antimicrobianos.
La multiplicidad de personas en la oficina obligará a integrar productos cuyo foco de innovación se base en la empatía y las necesidades cambiantes de los usuarios a lo largo del día y en base a su edad y género.